domingo, 17 de marzo de 2019


Conócete a ti mismo... espera, respira, cuenta hasta 23, sí ni un segundo más ni uno menos, 23. Es lo que según Albert Espinosa tarda la sangre en recorrer el cuerpo humano. 

Asegúrate con esos 23 segundos que el riego sanguíneo ha pasado por todo tu cuerpo: por tu cerebro, por tu estómago, por tu corazón... y ahora sí, volvamos a encontrarnos aquí, para conocernos, para recordarnos, para comprendernos, para analizarnos, para profundizar un poquito más en nosotros mismos; en definitiva, para crearnos como parte de un todo...

Este blog surge como actividad de un curso formativo y esto sería parte de una actividad normal si no fuese porque soy yo la que escribe, la que comparte sus reflexiones en él, alguien tímida, introvertida, que le cuesta horrores expresar lo que piensa a través de medios digitales.

Y mientras escribo, me viene a la mente recuerdos de mi abuela, sus manos blancas de harina extendiendo con fuerza la masa para hacer roscos de aguardiente: ay mi niña ¿por qué crees que dios, nos dio dos orejas y una boca? escucha dos veces antes de hablar y no des tu opinión si no te la piden, no creas que lo que tú tienes que decir es más importante que lo que tienen que decir lo demás, escucha... y habla para aportar, para cambiar, para mejorar no para convencer.

30 años después, creo que mi abuela necesitó un blog como este. 

A veces me pregunto si el gran problema de la sociedad actual en la falta de más abuelas, o que todo el mundo tiene la necesidad de decir lo que piensa en primer lugar, en todo momento y en todo lugar. 
Hablamos, contamos, comentamos, opinamos, expresamos, y creemos que debemos ser escuchados, es nuestro gran derecho...  y quizás el problema no esté en el verbo sino en la intención.

Hablamos para convencer y olvidamos escuchar para crecer. 

Nadie valora la escucha si no hay una respuesta verbal rápida, y la escucha, tal y como yo la interpreto, es todo menos inmediata. Requiere un tiempo para recordar, otro para comprender y enlazar lo escuchado, otro para analizar la intencionalidad del mensaje, otro para valorar la forma y el fondo, las ideas, y entonces sí, estás preparada crear tu respuesta. 

Pues de esto va el curso, de Escuchar antes de Hablar, de poner atención a lo que tiene que decir el alumnado, sus necesidades, sus propuestas, sus reflexiones, sus intenciones... antes de instruir, implementar... enseñar. 

Simple que no sencillo:

DALE LA VUELTA A TU CLASE!


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